Erasé una vez un lugar
llamado psych-klandia. Sus habitantes, los psych-kianos y las psych-kianas
vivían en permanente equilibrio y disfrute de sus vidas. Co-creaban su
existencia cada día, balanceaban sus pensamientos y emociones, disfrutaban de
las pequeñas cosas conectados con su yo
interior.
La sonrisa era el símbolo
del lugar y al nacer a cada criatura se le entregaban unas alas que le
acompañarían el resto de sus días junto con el ritual del balance de vuelo
programado.
Un año entre los miles de
milenios de existencia de psych-klandia, nació un varón al que llamaron Peter.
Era un niño inquieto, mucho más que los demás, despierto y aventurero. Le
gustaba ir a jugar al campo con los pájaros, tenía una mascota que era un
halcón, llamado libertad. Con él salía a volar, y cada uno exhibía el aleteo de
sus respectivas alas en majestuosos vuelos. Cruzaban sus piruetas en el aire,
dibujaban sonrisas en el cielo y fluían ligeros entre las corrientes de aire.
Peter fue creciendo y con
los años fue sintiendo que había algo más allí fuera de psych-klandia.
Preguntaba a los mayores y ancianos del lugar, pero la respuesta era siempre la
misma:
-
¡Peter!, esto es psych-klandia, aquí tenemos todo,
sigue balanceando.-
Peter sentía en algún lugar
muy profundo en su interior que eso era una creencia limitante. Alguien durante
mucho tiempo había pasado algo importante por alto. A veces, hasta lo que
parece perfecto se puede mejorar.
-
Sé que hay más, siempre hay más, todo se puede, ¿por
qué no otro mundo a parte del que ya conozco, y si acaso hay más al otro lado?,
¿pero qué lado, si sólo consigo ver una y otra vez el mismo?, ¿y por qué siento
entonces lo que siento? ¿si soy capaz de sentirlo, querrá decir que sí hay más?
-Se preguntaba constantemente Peter.
Peter comenzó a buscar
nuevos balances, distintos de los que había aprendido. Su poder personal iba
creciendo conforme cumplía años y cada vez fluía y aceptaba mejor sus
emociones.
-
Si soy infinitamente poderoso y consigo todo lo que
quiero en esta vida, si estoy conectado conmigo mismo y confío plenamente en mi
intuición, entonces sé que hay más vida después de psych-klandia ¡y yo la
encuentro! - exclamó Peter.
El joven emprendió un largo
viaje por psych-klandia, caminó y caminó durante días, semanas y meses, años y
décadas. Balanceaba todos los días con la esperanza de encontrar lo que
buscaba, la Fe era
su bastón de apoyo y sus creencias el sustento de su cuerpo cada día.
Un buen día, habiendo
llegado a un bonito lago de aguas color teal, Peter decidió tomarse un respiro.
Se despojó de sus ropas y nadó durante horas dejándose acariciar por la
encantadora melodía que emitían aquellas aguas. Se quedó dormido plácidamente y
el peso de su cuerpo le hizo sumergirse en la profundidad del lago. Su
respiración se cortó, por unos segundos su corazón quiso dejar de latir, pero
lo que sucedió es que se había producido un cambio de ritmo, un cambio de
mundo. Ya no estaba mecido por el agua. Ahora oía el llanto de un niño.
-
¡No puede ser!, ¿quién llora?- se preguntó Peter.
El llanto seguía y cada vez
era más intenso. Peter empezó a ver a gente que no conocía de nada y de pronto
sintió el calor de los pechos de una mujer que le contemplaba con una tierna
mirada.
- Peter, bienvenido a este mundo, te estábamos
esperando, aquí serás muy feliz- le dijo la mujer.
Por unos segundos Peter
sintió una tremenda confusión. ¿Qué significaba bienvenido a ese mundo? ¿Quién
le estaba esperando? Y entonces se dio cuenta. ¡Sus balances habían funcionado!
Había logrado expandirse aún más. Aquel lugar ya no era psych-klandia, había
más como siempre había sentido, había conseguido quitarse la venda de los ojos
que le impedía ver el otro mundo. Fue consciente de que acababa de volver a
nacer en otra dimensión, en otro espacio de un mismo tiempo. La mujer que le
hablaba era su madre.
Peter comenzó a crecer de
nuevo en otro cuerpo, en otra familia, pero con la sabiduría acumulada de
psych-klandia. Igual que había hecho en su primera niñez, mostraba unas
inquietudes y dones desbordantes. Encontró un mundo hostil de pero si… y de
noes por todas partes. Fue comprendiendo que su destino era llevar la esperanza
de psych-klandia, aún hecha más grande, a ese nuevo mundo.
Se dedicó a enseñar a otros
hermanos y hermanas que iba encontrando por el camino. Predicaba con el
ejemplo. Él había sido capaz de alcanzar la máxima expansión y por eso pedía a
todas las gentes que creyeran en ellos mismos y en su poder personal ilimitado,
porque todo era posible, todo podía ser SÍ!.
Limpió sufrimiento, dolor,
angustia y penas y a cambio sembró el amor incondicional por doquier. Su
corazón era cada vez más grande y sus semillas fueron creciendo dando ricos
frutos. Sus hermanos y hermanas psych-kianos
de ese, el otro mundo también aumentaban y el reguero de luz que dejaban con su
paso iluminaba poco a poco las vidas de aquellos que tocaban.
Peter vivió el máximo de una
vida en aquel otro mundo, doscientos años, pero un día su ser abandonó aquel
cuerpo. Durmió rodeado de sus seres más queridos y una sonrisa en sus labios
fue su último gesto. Sintió que su respiración se cortaba, por unos segundos
pareció como si su corazón dejase de latir, pero de pronto Peter escuchó el
sonido de su halcón libertad en lo alto del cielo. Abrió sus ojos, estaba
desnudo, tumbado en una verde pradera color teal. Tocó su cuerpo, miró a su
alrededor y se dio cuenta de que estaba de nuevo en psych-klandia. Su halcón le
colocó sus alas y le facilitó el balance de vuelo programado. Juntos emprendieron
viaje para visitar a los más ancianos del lugar, porque Peter llevaba un
mensaje muy importante para ellos.
Volaron y volaron agitando
con intensidad y energía sus alas, disfrutaron de nubes y paisajes.
El cónclave de sabios
ancianos de psych-klandia recibió intrigado a Peter. ¿Qué sería aquello tan
importante que tenía que comunicarles?
-
Queridos sabios- comenzó su discurso el joven.-
Tengo algo muy importante que contaros, pero antes he de pediros que os hagáis
un balance para que me escuchéis con completa apertura y credibilidad.
Los ancianos obedientes y
atónitos siguieron sus instrucciones. Cada cual eligió su creencia y su
balance. Unos eligieron el de nueva dirección, otros el de resolución, a otros
les resultó más beneficiosos el masaje de orejas, algunos pocos usaron el cross
crawl y otros el de puntos de creencia. En unos minutos todos se habían
psych-keado y estaban preparados para escuchar a Peter con total apertura.
-
Sé que llevamos miles de años de balances. Sé que
psych-klandia parece el lugar perfecto, sé que aquí, aparentemente, lo tenemos
todo, pero he de comunicaros que encontré una creencia limitante entre
nosotros. Pensábamos que éramos perfectos, quizás un ego enmascarado no nos
dejaba terminar de ver. Emprendí una aventura en búsqueda de la verdad completa
y tras mucho tiempo de andanzas, la encontré.
-
¿Y cuál es esa verdad completa?- le preguntó uno de
los sabios más ancianos.
-
La verdad completa es que aún somos más ilimitados
de lo que pensábamos. He nacido y he vuelto a nacer en otro cuerpo, en otro
espacio en este mismo tiempo con la misma sabiduría de psych-klandia, he muerto
y he vuelto a vivir. He conocido otro mundo donde aún tienen más que aprender,
más que balancear, más velos que quitar de sus ojos y allí descubrí que siempre
hay más, que pudiera ser que todo fuera SI, que ninguna religión es perfecta,
que ninguna ideología es verdad absoluta y que la realidad depende de cómo la
queramos ver. Incluso en psych-klandia hemos vivido una pequeña limitación
durante miles y miles de años. Queridos sabios, ¿y si en psych-klandia no
tenemos todo? ¿y si hay más? ¿y si hay otros mundos, otras formas de
comprensión de la vida? ¿y si somos más de lo que siempre hemos pensado que
éramos? ¿y si los psych-kianos y psych-kianas aún fuéramos más grandes?.-
concluyó Peter.
Se hizo un murmullo en la
sala. Los sabios comentaban el descubrimiento del viaje de Peter, querían
llegar a un acuerdo, nunca nadie había contado una historia semejante.
Finalmente y por consenso,
el cónclave de sabios decidió psych-kear
al pueblo entero. Hicieron un llamamiento y uno tras otro fue encontrando su
propia creencia para expandir aún más su visión de los mundos.
Peter, el psych-kiano del
halcón, había conseguido co-crear una psych-klandia más grande de lo que jamás
había sido, más ilimitada de lo que sus seres habrían podido pensar. Hicieron
un pacto con el otro mundo, y el intercambio de almas se convirtió en un flujo
constante de ires y venires.